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Luz y Arte...
Tanto el café como el té o el chocolate
s o n b e b i d a s c o n s i d e r a d a s
“intelectuales”, pues provocan claridad
mental y facilidad de palabra. Yo lo
compruebo en vivo y en directo cuando
tomo su famoso “chocolate con
picatostes” compartiendo mesa; no
sólo saboreo el placer físico sino
también el espiritual, pues me abre, me
aproxima al otro; aumenta nuestra
intimidad y nos hace sentir en casa. Sin
apenas darnos cuenta, entramos en la
dimensión del sentir y el sentimiento
aporta una gran riqueza a la mente,
facilita su comprensión.
La palabra, lo que más me gusta en esta
vida, es la protagonista absoluta de este
templo de la conversación. Me encanta
hablar con gente auténtica en la que su
tono y maneras se corresponden con lo
que de verdad es. Me doy cuenta de que,
en mi madurez, aprecio más el talento
para escuchar que el talento para hablar
y valoro mucho a las personas bien
educadas que frenan su excesiva
vehemencia y el enfrentamiento verbal
que tanto incomoda en una buena
tertulia. Hablar, conversar, forman parte
de la convivencia; se produce un
i nter camb i o de sent imi entos y
emociones y se procura que todos
intervengan para que nadie se sienta
excluido. Siempre, todos, tenemos algo
quedecir...
Este “Café” me hace recordar la
prosperidad y modernidad de la España
de 1850, que favoreció la apertura de
establecimientos de este tipo que
imitaban a los Cafés de París y eran
frecuentados por una burguesía de
bienpensantes que fue aceptando la
presencia de la mujer en ellos. Su edad
de oro se alcanzó a finales del XIX y
principios del XX con la Restauración y la
RegenciadeMaríaCristina.
Tras la reforma necesaria del inmueble,
las 54 llaves de las habitaciones vuelven
a estar colgadas de sus casilleros en la
recepción del Hotel desde el pasado 1
de diciembre del 2015. Ahora, el mármol
gris de su fachada luce con más brío y el
restaurado tejado le devuelve su
empaque.
En sus orígenes (1846), parte del
espacio que hoy ocupa, se llamaba “La